Incomprensiblemente se entienden.
Respetan el juego del contrario, aunque en su fuero interno les gustaría romper las normas y cambiar las del otro a su antojo.
Comprensiblemente se alejan. Y se acercan. Pero cada vez que se distancian la lejanía es mayor, y el acercamiento posterior menos intenso. Así que su juego acaba muriendo.
Y termina. Para siempre.
O tal vez hasta que uno de los dos decida cambiar las reglas.
Sólo tal vez.
lunes, 27 de junio de 2016
Las reglas del juego
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