sábado, 10 de marzo de 2018

Alas

Quiero que vueles.

Porque sólo así serás consciente de cómo sabe de bien la libertad.

Y es porque te amo que nunca querré tus cadenas.

Necesito verte subir, flotar, fluir y dejarte llevar. Aun cuando tu ritmo nada tenga que ver con el mío.

Quiero que cuando regreses sea porque ya has vivido suficiente, aunque sólo haya sido un rato. Y que alces el vuelo de nuevo cuando sientas que tus pies se están enraizando otra vez.

Por eso estoy tejiéndote unas alas, hechas con la sangre que bombea en mi pecho, y que se acelera cuando yo también subo alto.
Para que las uses siempre que tu mundo se desmorone un poquito, o cuando te queme lo estático, o porque necesitas el viento de la cima soplarte en las mejillas.

Quiero que vueles.

Y que ames la vida sólo desde la tranquilidad de sentirte libre.
Porque es justo tu libertad de lo que más aprendo, y lo que más admiro.

Y sólo si admiras profundamente... Amas.

Y sólo si amas de verdad: VUELAS.

(A mis tres amores.
Nunca dejéis de volar.
Os admiro fuerte.)

(Imagen de la ilustradora ClaraDeHuevo)

domingo, 4 de marzo de 2018

Una canción

 Una canción puede romperte en mil pedazos. 

Sin previo aviso.

O hacerte caer del pico más alto sin frenos.

Es la magia de la música. Capaz de devolverte a quien ya no volverá nunca, aunque sea sólo por unos minutos.

Hay una canción en concreto que siempre que suena me hace añicos. 

Como hoy.

Y te devuelve a mí un ratito. Demasiado corto.

Y me rompe.
Y lloro.
Y te sonrío por si me estás mirando, para que no me digas que pare que me pongo fea.

Cuando suena nuestra canción y cierro los ojos... te siento. Tu abrazo. Tu olor. Tu mirada verde mar. 
Y te lloro mucho. 
Porque nuestra canción define a la perfección lo que soy en realidad y que nadie más adivina, debajo de este disfraz de "yopuedocontodo".

Una canción puede...
 Romperte en 1000 pedazos. 

sábado, 3 de marzo de 2018

A veces...

A veces...

Otoño y Primavera convergen.

Y cuando eso pasa, hay una especie de caos cósmico que hace saltar los corazones por los aires. 
Nadie está a salvo.

CONVERGEN

A veces...

Otoño y Primavera se miran de frente.

Y cuando eso ocurre, ningún alma se libra de ser susceptible de su hechizo. Mejor si te coge a resguardo. Porque si te engancha, vivirás embrujado hasta la próxima vez que se enfrenten. 
Y puede pasar toda una vida.

SE MIRAN

A veces...

Otoño y Primavera tropiezan.
Y cuando se encuentran de esta manera, inclinan sus cabezas con respeto, sonríen de medio lado y pasan de largo. Todo es calma. Paz. Silencio. Equilibrio. 
A no ser... A no ser que uno de los dos gire su cuerpo.

Entonces están perdidos.

TROPIEZAN

Y nadie está a salvo.

Pero tranquilos. Otoño y Primavera sólo convergen... A VECES. 😉

Noni Medina Ibáñez