domingo, 5 de junio de 2016

Complicidad inédita

Se miran y hablan. No importa su alrededor. No les hace falta. No opinan igual y, sin embargo, se entienden. Regulan su diálogo con la intensidad de sus miradas, que dicta el turno de palabra. No necesitan más y, es curioso, porque hasta con sólo sus miradas discuten. Sobre lo que uno ansía, sobre lo que la otra anhela.
Se miran y se entienden. Aunque en realidad ni quieran ni les convenga que así sea. Ambos desearían poner sonido a sus miradas y pegarse cuatro gritos para intentar llegar a un acuerdo. Y sin embargo, se siguen mirando. Y siguen su diálogo de esta callada manera.
En el fondo no saben si les sobran las palabras o les faltan todas ellas.
Complicidad inédita.

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