martes, 5 de marzo de 2019

No celebramos, reivindicamos

El 8 de marzo no celebramos nada.
No, prometido.
Ni tampoco conmemoramos nada especial.
No, en serio.
El 8 de marzo reivindicamos nuestro derecho a ser consideradas personas. Las mujeres, digo.
No voy a entrar en detalles sobre todos esos aspectos en los que, a día de hoy, la mujer sigue siendo un cero a la izquierda, ni sobre esa brecha salarial escandalosa, ni sobre esa violencia de género que asusta y preocupa a partes iguales.
No lo voy a hacer porque para eso ya hay multitud de artículos de periodistas que hablan de ello, y además, muy bien argumentado.
Si escribo hoy es sólo para aclarar que, según la filosofía con la que nace el 8 de marzo, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, que las mujeres necesitemos un día para nosotras no es discriminatorio, sino más bien triste. Porque, insisto, no es un día para celebrar, ni para que nos feliciten, ni para que nos regalen...
Es un día que, por desgracia, y en pleno siglo XXI, es necesario para seguir pidiendo los derechos que nos corresponden por el mero hecho de ser PERSONAS.
Es un día en el que, por desgracia también, a aquellas que nos da por hacer huelga o salir a la calle a manifestarnos se nos tacha de feminazis.
Yo soy feminista porque soy mujer.
Respeto a quien no secunde la huelga, hombre o mujer.
Respeto que haya quien no crea necesario un 8 de marzo.
Pero no acepto que se diga que el DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER es un invento feminazi y un capricho de las mujeres progresistas, o un invento para salir a la calle a quejarnos de la vida.
No.
Porque yo no salgo a quejarme.
Y tampoco soy de las que piensa que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Ni de las que disfruta en cualquier conversación de banco en la que se critique al hombre por el mero hecho de serlo, ya sea en formato "marido" o "marido de mi amiga".
Porque el 8 de marzo dejará de ser necesario, o pasará a ser un día de conmemoración y celebración, cuando hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y deberes, cuando el mundo de la estética deje de machacarnos solo a las féminas con la leyenda de la eterna juventud, cuando se deje de dar por hecho que la crianza es obligación materna, cuando los sueldos no sean diferentes en cuestión del sexo con el que hayas nacido, ni tampoco los contratos laborales y sus condiciones.
El 8 de marzo dejará de ser necesario cuando en todo el mundo la figura de la mujer sea tratada con el mismo respeto que la del hombre. Sin ablaciones. Sin vejaciones. Sin sexo débil. Sin mujer objeto. Sin maltrato. Sin violencia.
De verdad, yo no tengo ningún interés en que el 8 de marzo siga siendo un día en el que reivindicar, pero es obvio que, mientras no haya nada que celebrar, para mí seguirá siendo un día en el que salir a la calle a decir bien alto que LAS MUJERES SOMOS TAN PERSONAS COMO LOS HOMBRES, con todo lo que eso conlleva.
Y sí, ojalá en un futuro no muy lejano, el 8 de marzo sea ese día en el que hombres y mujeres se feliciten por haber logrado una humanidad más humana, con sus mismos derechos y sus mismos deberes.
Y ojalá pasemos de reivindicar a celebrar y conmemorar.

De momento, el viernes, seguiremos saliendo a las calles... A REIVINDICAR.

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