viernes, 8 de marzo de 2019

No es odio. Es necesidad.

La persona gracias a la cual soy todo lo independiente y luchadora que soy hoy... es un hombre: mi padre.
Él siempre respetó, y apoyó, que dejara de ser una niña reservada y prudente para convertirme en una mujercita que quería elegir libremente cómo, dónde, cuándo y con quién. Respetó, a pesar de no entenderlo porque decía que no me hacía falta, que me pusiera a trabajar los fines de semana y vacaciones en la pizzería de bajo de casa, para así no tener que depender de él económicamente.
Así que, evidentemente, cuando me declaro feminista no lo hago porque sienta odio hacia los hombres.
Porque, además, tengo la suerte de vivir rodeada de hombres maravillosos. Algunos de los cuales, para más inri, pueden considerarse los hombres de mi vida.
Cuando me declaro feminista y decido parar hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, lo hago precisamente porque creo en un mundo en el que mujeres y hombres convivan en igualdad de derechos, que no siendo iguales.
Cuando con apenas 20 años cogía autobuses y trenes, pagados con el dinero que sacaba de cuidar niños, dar clases particulares o trabajar en la pizzería, lo hacía sola, sin necesitar ningún hombre a mi lado, ni padre, ni hermano, ni novio. Y esa sensación de independencia, de buscarme la vida para, simplemente, ir a visitar a alguna amiga o amigo, me hacía sentir bien... Y libre.
Cuando con veinticuatro años recién cumplidos me independicé a un piso viejo, en el que cuando no fallaba una bombilla, se estropeaba la nevera o se inundaba la cocina por culpa de la lavadora, entonces se rompía el calentador... Lo hice sola. Sin necesidad de un hombre a mi lado, aunque apoyándome en mi padre. No porque fuera un hombre, sino porque era mi pilar.
Cuando pagué mi primera factura de luz, llegando a fin de mes más bien justita, lo hice sola, sin pedirle dinero a un hombre, aun pudiendo haberlo hecho. Porque hacer las cosas por mí misma me hacía sentir libre.
Cuando tuve que cambiar mi primera bombilla, abrir una cuenta bancaria, hacer domiciliaciones de agua y luz, pagos al seguro, pagos a la casera y mi primera declaración de la renta... Lo hice sola. Porque quise. Una vez más.
Y una vez más y, así sigo, no necesito a un hombre para que maneje por mí la tecnología de cualquier tipo, ni para los apaños caseros, ni para desplazarme de un sitio a otro por larga que sea la distancia porque ya me llevo yo, ni para comprar o hacer solicitudes online, ni para llenar mi coche de gasolina, ni para enchufar cables o conectar aparatos.
Y no necesito a un hombre en mi vida para que haga todo eso por mí porque, por suerte, MUJERES Y HOMBRES SOMOS IGUALES EN CAPACIDADES.
Y yo elijo la libertad que me da la independencia. Porque me hace libre y segura de mí misma.

Y por eso soy feminista.
Porque, si hoy me siento libre de hacer tantas y tantas cosas, es gracias a que el primer hombre de mi vida no solo me dio alas para que las hiciera, sino que me enseñó a hacer algunas de ellas, y respetó que hiciera otras que, por edad y educación, no compartía.
Soy feminista porque, antes que yo, muchas mujeres se revelaron contra el patriarcado para que yo hoy me sienta algo más libre.
Soy feminista porque quiero que mi hija y mi hijo se reconozcan iguales en capacidades y derechos, y no consientan que la sociedad los convenza de lo contrario.
Soy feminista porque aún son muchas las mujeres que son consideradas inferiores a los hombres, y tratadas según esa condición de menor valor.
Soy feminista porque, más allá de las diferencias físicas y fisiológicas, mujeres y hombres estamos hechos de la misma pasta, tenemos el mismo tipo de órgano que nos hace racionales, responsable también de la capacidad de sentir.
Soy feminista, justamente, porque NO ODIO A LOS HOMBRES. Pero sí les pido ayuda para acabar con este injusto patriarcado en el que las mujeres, por desgracia, seguimos estando infravaloradas y consideradas como seres humanos de segunda.
SOY FEMINISTA PORQUE ELIJO SERLO.
Y porque creo que se necesitan muchas mujeres valientes que se atrevan a decir lo que sienten y piensan para acabar con el machismo, ya que, a mi alrededor, aún sigo viendo mucha indiferencia, comodidad y falta de ganas de mujeres que no hablan por no hacer ruido, por no quedar mal o porque creen que ya hemos avanzado suficiente.

Así que, no.
Mi feminismo declarado NO ES ODIO.
Mi feminismo, hoy por hoy, es pura necesidad.

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