Al 2019 no le pido nada para mí.
Porque tengo claro que, si quiero que algo pase y llegue, soy yo quien tiene que imaginarlo, crearlo y salir a encontrarlo.
Al 2019 le agradezco seguir viva y respirando, que aunque suene banal, básico y típico, es mucho más de lo que apreciamos.
Al 2019 le prometo seguir sonriendo, cada vez que levante la persiana y descubra que amanece rosa. O gris. O lloviendo.
Al 2019 le prevengo de que voy a exprimirlo. Por muchas piedras con las que tropiece, y a pesar de todos los palabros malsonantes que cada caída me haga soltar. Pienso bebérmelo en zumo, y saborearlo con los ojos cerrados.
Al 2019 lo recibo feliz. Con ganas. Esperanzada. Con ilusión y muchos, muchos sueños que cumplir o, al menos, que intentar y por los que luchar, y con los que, seguro, crecer.
Al 2019 le aviso de que no le tengo miedo al miedo, de que sigo siendo una intensa, una loca de la improvisación y una amante de la libertad bien entendida.
Querido 2019, trata bien a quienes quiero.
Eso es lo único que sí voy a rogarte.
Mímalos, y regálales muchas risas y cariño a raudales.
Y conmigo haz lo que consideres.
Aprendí a surfear y estoy preparada.
¡Que empiece la fiesta!
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