sábado, 3 de diciembre de 2016

Como chocolate

Hay personas que son como el chocolate. Siempre sonríen en el momento justo y su sonrisa te devuelve ese poquito de fuerza que te faltaba para seguir, como cuando abres el envoltorio del último bombón de la caja y lo saboreas despacito.
Hay personas que son como el chocolate. Y sus abrazos siempre te hacen cerrar los ojos y respirar, como cuando muerdes ese último pedacito de praliné y desaparece lo amargo del día por unos segundos.
Hay personas que son como el chocolate. Siempre te miran dulce justo cuando estás a punto de mandar todo a paseo, y su mirada te hace más amable ese momento, como cuando mordisqueas un bombón para endulzar el comienzo de un lunes gris.
Hay personas que son como el chocolate, como esa taza de humeante cacao que te reconforta mientras la lluvia cae fuera y tú la miras por la ventana, feliz de sentir calorcito en el cuerpo y en el corazón.
Hay personas que, como un pedacito de chocolate, llegan siempre a tu vida justo en el momento exacto.
Hay personas que, como una onza de chocolate, te hacen sonreír con tan sólo aparecer por sorpresa tras la esquina.
Hay personas que, como el chocolate, son el final perfecto para un mal día o una mala pasada.
Yo guardo mi cajita de bombones como el mejor de los tesoros. Tesoro que, por fortuna, aumenta con el tiempo, cada vez que llegan a mi vida más personas con el corazón de praliné y la sonrisa de almendras y caramelo.

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