No eres tú, soy yo. Que me empeño en enredarme a pensar y me pierdo en el camino. Que insisto en racionalizar lo irracional y dejo sin sentido a tu espontaneidad.
No soy yo, eres tú. Que te empeñas en no pensar más allá de lo que sueltas a bocajarro. Que insistes en volver irracional a mi razón y convertirla en impulso.
No somos nadie cuando tratamos de dar sentido a esta guerra de contrariedades. Lo somos todo cuando luchamos por evitar la contradicción y disfrazarla de posibilidad.
Somos el día y la noche. El fuego y el agua.
Valiente tontería la nuestra.
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