Como intentar juntar dos piezas del rompecabezas que no encajan.
Como pretender que el agua y el aceite se conviertan en un sólo líquido.
Como querer que llueva piedra con un sol radiante.
Así es el deseo de lo imposible.
Intentas.
Pretendes.
Quieres.
No llega.
Desistes.
Y entonces... lo imposible decide mirar en tu dirección y empezar a jugar.
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