lunes, 4 de septiembre de 2017

Todo son ventajas

Hace unas semanas, un amigo, bastante más joven que yo, me preguntó por las ventajas de ser mayor. 
Nunca le di respuesta. 
Pero no porque no encontrara ventajas, sino porque entendí mal su planteamiento. 
Llevo unos días pensando sobre el tema a raíz de una conversación que tuve con mi hermana, y desde entonces mis neuronas han recopilado, por fin, todas esas razones por las que me encanta el momento en el que estoy, o por las que no volvería a los veinte.
¿Ventajas de ser mayor? O al menos de tener mi edad... MUCHAS.
Mis 39 años llegan a su fin en poco más de un mes. Si pienso en lo que implica a nivel de tiempo vivido, paraliza. Pero no porque sea mucho, sino porque ¡ha volado! ¡Qué empeño en correr tanto!
Y creo que esto es lo único a lo que no le veo beneficio, que cada vez el tiempo es más corto. Y eso sí impacta. 
Por lo demás, como decía, todo son ventajas.
La experiencia es la primerísima de ellas, obvio. Experiencia en prácticamente todo, porque es una edad en la que has vivido suficiente como para haber experimentado y probado lo que te ha dado la gana, en todos los ámbitos y aspectos de tu vida, por lo que tienes bien clarito qué quieres, con quién y cómo. 
Es una edad en la que también los de tu alrededor han vivido lo suyo, y algunos, quizás los más importantes, incluso han dejado de vivir. Esta parte es una putada. Lo siento, por lo soez. Pero si tú que me lees has perdido a alguien a quien adorabas, entenderás que putada es suave para describir lo que se siente, cuando sucede y cada día que pasa y ellos no están.
He vivido casi 40 años con ventajas tan grandes como saber decir sí cuando quiero decir sí, y no cuando quiero decir no. Cuando quiero o cuando debo querer. Pero con la fuerza suficiente como para tomar una decisión y llevarla a cabo sin dudar, aunque llegar a ella cueste. Asumir y seguir.
Ventajas como dejar todos los prejuicios y juicios absurdos a un lado y dedicarme a vivir y dejar vivir, sin fastidiar al de al lado, o al menos intentando no hacerlo. 
Ventajas como saber que si se quiere a alguien, se le quiere. Punto pelota. No se quiere más, o menos. Se quiere bien. Y te das entera sin medir. Porque lo otro es simpatizar. Que es bien diferente.
Ventajas como abrazar y besar de verdad, porque sólo abrazas y besas fuerte a quien te da la real gana. Pasas de compromisos y de quedar bien, que para eso ya has estado unos cuantos años siguiendo normas sociales de relación que no compartías. Abrazar mucho. Mucho más que besar. Porque sabes que los abrazos permanecen, y los besos... 
Ventajas como no tener miedo a que te guste la soledad. Ni miedo a buscarla. Ni miedo a exigirla y enseñar a que se respete.
Ventajas como gustarte. Sin más. Toda tú. Por dentro y por fuera. Porque, al final, son tantos años contigo misma que aprendes a valorar la suerte de ser tú y estar contigo. 
Ventajas como saber que sonriendo todo es más fácil, hasta lo jodidamente difícil. Porque si sonríe tu boca, se copia tu alma. Y a ésa no hay quien la pare. Porque sabes que tu sonrisa puede todo, con todo y con todos. Derrota muros, y si se cierran puertas, abre ventanas.
Ventajas como que vuelva a salir tu lado más "yo", sin más, sin añadidos, sin pareja ni hijos, y vuelvas a reconocer tus locuras, tus sueños, tus ganas de aprender todo, tu necesidad de ponerte metas y superar retos... Y que, curiosamente, sean los mismos que cuando tenías 20, pero con mucha más experiencia. Y eso, obvio, lo hace todo mucho más interesante.
Ventajas como saber que el día a día cuenta más que nada, que hacer feliz a quienes amas por encima de todo, tus hijos, es el aquí y el ahora, y que eso anula cualquier otra prioridad porque te da la gana, no porque estés obligada o lo marque ninguna ley natural.

VENTAJAS.

Como no tener miedo a decir te quiero, a ser sincera, a hablar sin tapujos de sentimientos, a llamar a las cosas por su nombre y a no poner nombre a las cosas, a mirar con el corazón en las pupilas, a apasionarme por tonterías, a sonreír con la mirada, a hablar con la sonrisa, a convertir los minutos en horas, a que todo cuente pero nada amargue, o amargue lo justo.
Ventajas como no tener miedo a VIVIR. Sabiendo todo lo que sé, que es mucho más de lo que creía saber cuando tenía veinte, y mucho menos de lo que sabré en unos veinte más. Pero con la ventaja añadida de que ahora soy consciente de lo mucho que me queda por aprender y de que ni lo sé todo, ni lo he vivido todo, ni lo he sentido todo... Ni he madurado todo lo que tengo que madurar. 
Porque hace veinte años creía que me comía el mundo. Y resulta que, veinte años después, descubro que el mundo me lo estoy empezando a comer ahora. 

Así que... ¿Ventajas de ser mayor? 
Muchas. 
Sobre todo si miras la vida desde tu versión de niño. 😊

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