jueves, 11 de mayo de 2017

Contador a CERO


Hay días en los que te caes del burro.
Con todas las de la ley. En plan caída libre. No sé si me entiendes.
Porque hace viento. O porque no. Qué más da.
Es cuestión de inercia. Todo lo que sube, acaba bajando. Y claro, cuando llevas un tiempo arriba, la bofetada es de las que hacen ruido.
Hay días en los que intentar entender qué mueve el mundo es una putada. Una putada que te deja dolor de cabeza y principio de úlcera. Poco más, que ya es bastante. 
Y es justo en esos días cuando descubres que si el mundo gira es porque no tiene más remedio. Porque si dependiera de que los que lo habitamos nos pusiéramos de acuerdo, directamente no se movería. Es más, echaba raíces fijo.
Hay días en los que ir a tu puñetera bola no es nada comparado con lo que hace el resto del planeta, que va a su bola puta. Así, en soez. Para que nos entendamos. Que si vamos con remilgos hay quien gira la cara y mira al vecino.
Hoy ha sido uno de esos días en los que he sentido pena por la humanidad, así, en general. Porque he vuelto a caerme del burro. He vuelto a darme cuenta de que cuando tú vas, el resto ha ido y ha vuelto. Sin avisar, eh, que eso ya no se lleva. 
Hoy me he vuelto a creer que puedo hacer el mundo un poquito mejor, hasta que me he estampado.
Y con la caída, he abierto bien los ojos. Y he visto que no. Que no es cosa ni del viento, ni de la lluvia, ni del sol.
Que al final de la partida, ni somos todos los que estamos... Ni estamos todos los que somos.

Hay días en los que te caes del burro. 
Y REaprendes. 
Aunque duela. 
Y viene bien, ¿sabes? 
Porque así pones el contador a CERO. 
Y empiezas de nuevo a jugar. 
Pero con fichas distintas.

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