Adentrarte sin miedo en lo que haces.
Como cuando entras en el mar y el agua está fría pero quieres sentirla.
A veces, sopesar las cosas demasiado mata la iniciativa y mueren las ganas.
El miedo paraliza la mente.
La pasión mueve montañas.
El mar es como la vida.
Sus olas acarician. A veces te empujan con fuerza pero llegas a levantarte; y otras, te hieren para siempre.
Por eso me gusta el mar. Porque aunque salvaje e indómito, es cálido en el tacto, como la lluvia con sol, y su mano entumece y atonta los sentidos.
La vida lo hace. Te tiene en lo más alto, te acuna, te adormece, y de pronto te deja en caída libre, para ver si reaccionas.
Adentrarte sin dudas en lo que haces.
Hacer lo que realmente te apetece.
Sentir intensamente el calor o el frío dentro tuyo.
Cambiar el tener que hacer por querer hacer.
SENTIR. SENTIR. SENTIR. SENTIR.
A pesar de las olas que te rugen en la cara.
A pesar de las olas que se empeñan en bailarte el alma.
VIVIR. VIVIR. VIVIR. VIVIR.
Con todo lo que eso conlleva: El frío, el miedo, las dudas, los imprevistos, las contradicciones, las corrientes eléctricas inesperadas, las sacudidas emocionales y las eternas circunstancias.
Adentrarte sin miedo en el frío mar.
Sentir las olas contra tu piel.
Vivir el día. Al día.
Por si las olas...
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