domingo, 20 de mayo de 2018

Por si las olas...

Adentrarte sin miedo en lo que haces.

Como cuando entras en el mar y el agua está fría pero quieres sentirla.

A veces, sopesar las cosas demasiado mata la iniciativa y mueren las ganas.

El miedo paraliza la mente.

La pasión mueve montañas.

El mar es como la vida.

Sus olas acarician. A veces te empujan con fuerza pero llegas a levantarte; y otras, te hieren para siempre.

Por eso me gusta el mar. Porque aunque salvaje e indómito, es cálido en el tacto, como la lluvia con sol, y su mano entumece y atonta los sentidos.

La vida lo hace. Te tiene en lo más alto, te acuna, te adormece, y de pronto te deja en caída libre, para ver si reaccionas.

Adentrarte sin dudas en lo que haces.

Hacer lo que realmente te apetece.

Sentir intensamente el calor o el frío dentro tuyo.

Cambiar el tener que hacer por querer hacer.

SENTIR. SENTIR. SENTIR. SENTIR.

A pesar de las olas que te rugen en la cara.

A pesar de las olas que se empeñan en bailarte el alma.

VIVIR. VIVIR. VIVIR. VIVIR.

Con todo lo que eso conlleva: El frío, el miedo, las dudas, los imprevistos, las contradicciones, las corrientes eléctricas inesperadas, las sacudidas emocionales y las eternas circunstancias.

Adentrarte sin miedo en el frío mar. 

Sentir las olas contra tu piel. 

Vivir el día. Al día. 

Por si las olas...

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