martes, 6 de junio de 2017

¡BORREGOS!


Hoy he leído un artículo de hace unos días que me ha fascinado. 
Es una noticia sobre algo que ha ocurrido en un instituto británico y que me ha hecho pensar si habían cambiado de fecha el April Fools Day. Pero no. La verdad, desconocía que un sujetador pudiera tener tanto poder, o mejor dicho un "no sujetador". Podéis leerlo en el enlace que os dejo:

http://www.lasexta.com/noticias/sociedad/instituto-expulsa-alumna-sujetador-clase-porque-podria-distraer-profesores_201706035932f1db0cf2639184570d78.html

A esto le añado el recibimiento que me ha dado un grupo de machitos ibéricos de entre 40 y 50 años de edad ¿adulta? en mi antiguo barrio, cuando esta mañana llegaba a la consulta del dentista. La suerte de llevar gafas de pasta tipo mosca es que puedes mirar, con odio, sin que te vean. Lo que no se disimula son las ganas de vomitar que me han entrado ante los comentarios de esa panda de borregos carajilleros matutinos, apoyados en la barra externa del bar, con cara de cerdos y mirada sucia: "¡Xe, tú mira 'eso'!" / "¡Yeeee, buenos díaaaaas!" / "Yo a ésta me la llevaba" / (en respuesta al anterior) "¿Y qué hacías con la tuya?"... Y una lástima haberme perdido el resto, oiga, porque me han abierto la puerta pronto. ¿"Eso"? Perdona, ¿qué soy, un vestido con patas? ¿"Llevarme" a dónde? Será si me da a mí la gana, ¿no?
Lo que más me revienta es que mi reacción ha sido la de pasar de largo e ignorar su conducta asquerosa. Después, conforme pasaban los minutos y esperaba mi turno en la consulta, me iba subiendo la rabia por la garganta y me he arrepentido, y mucho, de no haberme girado y haberles dedicado mi mejor sonrisa y mi mejor corte de mangas. ¡Borregos!
¡Que estamos hasta los ovarios, ya, leñe! ¡Que ya va bien! 
¡Que no somos ni ganado, ni objetos, ni muñecas hinchables! 
Que la mujer no se viste pensando en provocar a nadie, joder. Que vestimos como nos viene en gana, por comodidad, disfrute o vete tú a saber qué. Pero no nos levantamos por la mañana y elegimos el modelito según a quién queremos escuchar soltando la burrada o según de quién queremos recibir la mirada escáner. 
No señores. Y NO SEÑORAS. Que solemos ser las peores con diferencia.
Que cada cual vista como le salga del coco. Entendiéndose coco como la parte del cuerpo que quiera cada uno.
Que lo que habrá que ir haciéndose mirar, en estos tiempos que corren, es justamente el afán de juzgar a la mujer por su manera de vestir, la cosificación progresiva del género femenino y la hipersexualización de las niñas y, sobre todo, que siglos después, se siga pensando en la mujer como la que provoca con sus actitudes y sus vestimentas. 
Que sí, que vale, que somos animales y en la naturaleza las hembras despliegan sus más vivos colores y bla bla bla para atraer a los machos. Ya, almas de cántaro, pero es que nosotros, supuestamente, somos animales racionales, con todo lo que eso conlleva. Y las mujeres, así, en general, no elegimos la ropa según si estamos en celo o no.
¡Borregos! Los profesores de instituto que podían distraerse porque su alumna no llevaba sujetador, y borregos los carajilleros de esta mañana. Y borregos todos los que seguimos permitiendo que la manera de vestir se entienda como una provocación y no como un gesto rutinario de lo más normal. ¡Viva la libertad de expresión! Borregos quienes juzgan según el corto o el largo de la prenda. Borregos los que creen que son mejores profesionales por ir más tapados o con ropa más "formal". Borregas las mujeres que critican a otras mujeres por su ropa, demostrando así que no hemos avanzado mucho en todo este tiempo y que seguimos dándole importancia a lo que no es importante.
A estas alturas de mi vida le doy mucha más credibilidad a una persona que habla con respeto a sus iguales que a una que va en traje chaqueta. No miro el envoltorio; gracias al cielo, mi padre me enseñó a ver la esencia. Porque, de momento, no he encontrado ninguna regla aritmética en la que el nivel de inteligencia o respeto sean el resultado de según qué combinación de prendas o ropa lleves.
Y no hablamos de gustos. Ojo. Aquí cada cual es libre. Hablamos de que se ha normalizado el hecho de que el cuerpo de la mujer sea objeto de deseo, en el ámbito que sea y de la manera que sea. Hablamos de que, como en la Biblia, donde cuentan que la culpa de que Adán mordiera la manzana fue de Eva, la culpa de que un hombre actúe como un borrego es de la mujer que tiene delante. Que el pobre Adán, de neurona y media, no fue capaz de decirle no a una tía en bolas que lo tentó. ¡Anda ya! 
A tomar fanta señores.
Déjense los carajillos y beban agua con gas.
Y, sobre todo, memoricen si son capaces: NO VESTIMOS PENSANDO EN EL MIEMBRO VIRIL, NI EN LAS NEURONAS QUE MUEREN POR CONSTIPADO POR EL CORTO DE NUESTRA FALDA (porque eso es sólo una leyenda urbana, créanme). Vestimos pensando en nuestros gustos, nuestras apetencias y poco más. Que les aseguro que el arrancón matutino no nos da para tanto.
Así que, relánjeseme... Y vivan y dejen vivir. ¡Con o sin sujetador! Que ni la inteligencia ni el respeto entienden de copas.

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